¿QUÉ LES QUEDA POR PROBAR A MIS ESTUDIANTES?[2]
Es la pregunta que a diario me hago cuando hablo con mis estudiantes, cuando los veo y cuando me indago por todo aquello que estará pasando por sus mentes; Mario Benedetti fue bastante acertado en su poema con sus respuestas, en pocas palabras les queda llevarle la contraria a lo que parece el escape normal y común en los adolescentes, les queda reinventar la paz, el amor, la esencia de la vida, les queda salvarse del mundo que a diario parece más contaminado en todos los sentidos.
Dentro de los procesos de crecimiento jugamos a ser grandes, a creer que la madurez o la adultez son millas recorridas, dolores adelantados, decepciones innecesarias, problemas inventados o un sinfín de tropiezos que nosotros mismos nos buscamos para “crecer” antes de tiempo, sin imaginar que no hay nada mejor que el paso a paso, que el camino lento pero seguro, no hay mejor opción que vivir las cosas en el tiempo y momento justos. Si camináramos lento evitaríamos dañar nuestros corazones tan temprano, conservaríamos la calma y, sobre todo, nuestra tranquilidad.
Es necesario entonces pensar que, así como nos inventamos problemas que están en nuestras decisiones, también tenemos problemas que son creados por nuestro entorno y que debemos afrontar de la mejor manera, que debemos asumir entendiendo la realidad a la que pertenecemos, reconociendo que no somos sujetos ajenos a las dificultades y que, como todos, debemos salir vivos de esto. En esta línea es oportuno pensar que lo más importante de todo, es ser conscientes de nuestros entornos, de nuestras capacidades y de nuestro lugar en la historia, para así poder decidir cuál va a ser nuestra postura y solución a cada dificultad que se nos presenta, conociendo nuestros sentimientos y emociones, fortaleciendo aquello que somos y que nos representa.
A mis estudiantes, que a diario prueban la felicidad, la tristeza, la desilusión, el miedo, la angustia, la depresión, el amor, la amistad, la traición y una infinidad de sentimientos más, les queda por probar la vida más allá del dolor, les queda amarse a sí mismos como el mejor acto revolucionario ante la sociedad de hoy; les queda deleitarse con los regalos que la vida suele dar y en medio de la rutina solemos ignorar: la luna perfectamente puesta entre estrellas, un bonito amanecer, la sonrisa de la persona que más amamos, un abrazo inesperado, nuestro sabor favorito de helado, un buen escrito, una excelente canción, caminar de la mano de nuestros papás, y muchos otros regalos a los que restamos valor porque no nos ofrecen una solución inmediata o no merecen la atención que creemos.
Les queda por probar lo que pocas veces buscan como primera opción, les queda sanar un dolor emocional desde el corazón y no desde lo efímero disfrazado de felicidad, una respuesta física que jamás va a equilibrar una respuesta emocional. Les queda por probar ser autores de su propia felicidad y no dejarla sometida a la intervención de otros, debemos entender que somos felices por elección cuando logramos decidir la manera en la que los problemas nos afectan, nadie dijo que es fácil asumir la realidad e intentar dibujarla de manera más amena, pero tampoco resulta imposible; finalmente, está en nosotros buscar, al mejor estilo de los petit fellas, “versos llenos de magia en días de desencanto”[3], días que por más malos que sean, representan un verdadero triunfo luego de que los superamos, pues se convierten en las mejores herramientas para crecer y un perfecto As bajo la manga en futuros días malos.
A mis estudiantes no les queda por probar drogas, perforaciones, amores líquidos, alcohol, cientos de amistades efímeras, modas, retos o suicidios, cada una de esas cosas son el lugar común[4] del que se rinde, del desespero, de la falta de amor propio, de la falta de apoyo y sinceridad. Probemos todo aquello que no sea un lugar común y que nos permita extasiarnos en la belleza de la vida y su valor, probemos todo aquello que nos configure, que nos permita crecer, que nos permita luchar por uno de nuestros derechos más importantes, ¡El derecho a vivir!
Finalmente, a mis estudiantes les queda por probar ser únicos, auténticos y felices.
“no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros”
Mario Benedetti
ESTEFANÍA FLÓREZ
ORIENTADORA
[1] https://www.definicionabc.com/social/relaciones-sociales.php
[2] Pregunta original: ¿Qué les queda a los jóvenes?, poema de Mario Benedetti.
[3] “El algo o el alguien” Pet Fella.
[4] Un lugar común es una frase, expresión o idea que, debido a su frecuente uso, se ha vuelto trivial o se ha desgastado, perdiendo significación.
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